Un campeón conmovedor

Este domingo se corono campeón del fútbol argentino al Club Atlético Banfield, la primera vez que lo consigue en sus más de 100 años de historia. Un equipo trabajado, con figuras de un alto nivel de juego y con una regularidad memorable como el goleador Silva, también conto con revelaciones como el caso del colombiano James Rodríguez. Pero más allá de un análisis futbolístico profundo, en el que evaluar el nivel del fútbol argentino actual logre aparentar un arrebato de meritos al campeón, es necesario un análisis desde lo emocional, desde la perspectiva que nos demuestra que el fútbol al igual que la vida, está lleno de tristezas y alegrías.

Banfield es un caso curiosísimo como campeón, su plantel se formo para lograr mantenerse lejos de los puestos de descenso, con jugadores que habían recaído allí producto del fracaso en otras instituciones, y otros que estaban surgiendo y se presentaban como jóvenes sin la experiencia necesaria para grandes desafíos, como Rodríguez, García entre otros; así se conformaba el grupo que demostraría ser un plantel lleno de seguridad, magia y goles. Miremos al uruguayo Silva, que luego de una larga permanencia en Gimnasia y un breve paso por Vélez llego a Banfield con la imagen de un buen delantero que nunca termino de explotar y dar todo lo que podía, ese mismo que marcaría 14 goles para consagrarse como el jugador con más anotaciones del campeonato.

Aún más interesante resulta ver el caso de Méndez, que llega al “Taladro” con la ilusión de despedirse del fútbol jugando. Un jugador que para muchos fue clave en el riguroso sistema defensivo del campeón, a tal punto que el club piensa proponerle que siga jugando unos años más ante el nivel demostrado y el objetivo conseguido. Así podríamos ver muchos como el de Erviti y otros más.

Para finalizar como no nombrar a su técnico, Julio Cesar Falcioni, quién tras una exitosa carrera como jugador en Colombia se dedica a la dirección técnica empezando siempre desde abajo, casi siempre como adiestrador de equipos que peleaban por no descender y a través de un perfil muy bajo, detrás de su faceta de hombre riguroso y serio.

Todo esto se evidencio el domingo, luego del pitazo final en la Bombonera, en donde la impresión que dejaban las caras de festejo era la de la alegría de personas humildes que luchaban por un sueño, de hombres que sienten el fútbol y que sentían que por fin el deporte al que le habían entregado su vida les devolvía prosperidad. Es una muestra de un proceso serio, llevado paso por paso teniendo como líderes a dirigentes capaces y virtuosos. Es una imagen que le recuerda al fanático de este deporte, que el fútbol es algo tan simple que allí mismo es donde encierra su hermosura, que más allá de las diferencias históricas y económicas, la dedicación y el esfuerzo dan la oportunidad de alcanzar sueños y dejar caer lagrimas de felicidad. Un hecho simplemente conmovedor.